lunes, 22 de agosto de 2011

Gustavo Rosario

Por Fernando Vázquez Rosas

(Publicado en La Verdad del Sureste, el lunes 22 de agosto de 2011)

Cuando el miércoles 23 de julio de 2008 se informó la renuncia de Gustavo Rosario Torres a la Procuraduría General de Justicia del Estado, el futuro de este político tabasqueño parecía sellado. Su reciente reaparición al lado del gobernador Andrés Granier deja ver, sin embargo, que sigue vigente un encono de hace tres décadas, que el actual mandatario estatal es de lealtades vacilantes y que por retener el poder está dispuesto a utilizar incluso a lo más siniestro de la vida pública.

EL ENCONO REVIVIDO. Ahora en los 64 años de edad, Gustavo Rosario comenzó su carrera política en los años setenta, desde la época del ex gobernador Mario Trujillo, de quien fue Secretario Auxiliar. Licenciado en Derecho por la UJAT, también fue Asesor Técnico del gobernador Leandro Rovirosa y presidente estatal del PRI.

Hábil en el manejo frente a quienes toman decisiones, después fue nombrado Gerente Regional de la desaparecida Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo), cargo que lo convirtió en cabeza de un racimo de políticos estatales que llegó a ser conocido como el Grupo Conasupo.

Ahí en la Conasupo Gustavo Rosario conoció a don Ramón González Vega, padre de Enrique González Pedrero, de quien pronto se volvió amigo y aliado político. Cuando don Enrique llegó a gobernador, Rosario se convirtió en uno de los hombres más poderosos del estado. Fue alcalde de Centro y líder del Congreso del Estado.

Pero en el sexenio de González Pedrero también comenzó su rivalidad con otro grupo político encabezado por José Eduardo Beltrán (Chelalo Beltrán), del que formaba parte Humberto Mayans Canabal. En aquel tiempo Andrés Granier Melo era director general de Servicio de Agua Potable y Alcantarillado del Estado de Tabasco (SAPAET).

La primera partida de la disputa entre ambos grupos la ganó Gustavo Rosario, de modo que Chelalo Beltrán tuvo que dejar la Secretaría de Gobierno e irse a la Ciudad de México como diputado federal. Sin embargo, la revancha no tardó en llegar porque en 1987 González Pedrero dejó la gubernatura y en su lugar llegó como interino a la Quinta Grijalva José María Peralta con Humberto Mayans como Secretario de Gobierno.

Excluido de la sucesión gubernamental, Gustavo Rosario Torres emigró a la Ciudad de México donde, con ayuda de González Pedrero, fue colocado como Coordinador de Giras Presidenciales de Carlos Salinas. Tiempo después fue Subsecretario de Pesca y diputado federal.

La ruta del poder en Tabasco tuvo luego otros rostros. Cayó Salvador Neme y llegó Manuel Gurría. Siguió Roberto Madrazo, Víctor Manuel Barceló, Enrique Priego y Manuel Andrade. Con Andrés Granier fue que reaparecieron en la vida pública estatal reciente Gustavo Rosario y Humberto Mayans, el primero como Procurador y el segundo como Secretario de Gobierno.

Volvió entonces también aquella pelea por el poder que, cuando Gustavo Rosario dejó la Procuraduría, parecía haber ganado Mayans. En aquel momento, las cosas se pusieron de tal tono que Rosario Torres, ya fuera de la PGJE, llegó a declarar: “Mayans ahora se muerde la lengua hablando de que es necesaria la lealtad, cosa que desconoce, como desconoce la moral”.

Y ahora, una vez más, los viejos rivales se reencuentran: Rosario Torres ha comenzado a figurar de nuevo al lado de Granier, mientras Humberto Mayans luce (auto) desplazado de la contienda por la gubernatura.

Como gobernador, Granier nombró en dos posiciones clave (la Procuraduría y la Secretaría de Gobierno) a dos viejos rivales que usaron la administración pública para saldar añejas cuentas. Y ahí siguen, más de treinta años después, alentados por el poder y afilando navajas. La disputa es su herencia en vida a las nuevas generaciones.

LEALTADES VACILANTES. En reversa inmediata a la oferta de que en su administración habría caras nuevas, lo primero que Andrés Granier hizo al comienzo de su gestión fue nombrar en la Procuraduría a Gustavo Rosario y en la Secretaría de Gobierno a Humberto Mayans, dos viejos políticos con rivalidades perpetuas.

Diecinueve meses después de comenzado el gobierno, Rosario Torres salió de la administración granierista y Mayans se convirtió en el hombre fuerte de Granier. El gobernador —porque en el régimen priista que perdura en Tabasco el poder casi absoluto recae en su persona—, así lo quiso o al menos así lo consintió. La espalda fue para Gustavo Rosario y el espaldarazo para Humberto Mayans.

A 16 meses de que concluya su administración, Andrés Granier cambió de parecer y su lealtad dio un giro de 180 grados. Fuera hasta ahora Mayans de la contienda interna priista, el gobernador decidió arroparse nuevamente con Rosario Torres, quien no tiene empacho en aparecer públicamente en los eventos públicos.

Granier ya reconoció en declaraciones públicas que Gustavo Rosario es una especie de asesor externo y, aunque no recibe sueldo, lo consulta. “Está en calidad de mi amigo y claro que no es funcionario estatal”, puntualizó el gobernador.

Si fuera cierto que Gustavo Rosario no recibe salario oficial, es cuestionable entonces que un personaje ajeno al gobierno ejerza funciones públicas. La administración estatal, hay que insistir, no es de amigos o compadres. El Gobierno del Estado no es una propiedad privada, es una administración pública que debe estar sujeta a la rendición de cuentas. Si una persona ejerce funciones extraoficiales, entonces el poder estatal está en manos de intereses ajenos al interés público.

Así las cosas, el hecho es que Granier primero quiso que Rosario y Mayans fueran los pilares de su administración. Pero cuando tuvo que decidir entre ambos, primero optó por Mayans y después, con una liviandad que sorprende, volvió con Gustavo Rosario.

LO MÁS SINIESTRO. La historia es reciente pero amerita recordarla. Poco después de renunciar a la Procuraduría estatal en julio de 2008, Gustavo Rosario fue señalado de presuntos vínculos con el narcotráfico.

La acusación, directa, provino de José Antonio Ortega Sánchez, presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal, quien hizo públicas unas grabaciones de supuestos diálogos entre Rosario y el ex subprocurador Alex Álvarez, quien después sufriría un atentado. Un pequeño extracto de aquellas grabaciones ilustra el caso:

ALEX ALVAREZ: Ahorita hablé con Gerald, que estaba por mandar el dinero.
GUSTAVO ROSARIO: Sí, espérame es que, Gerald me ha mandado, ¿ya sabes de lo que te estoy hablando?
ALEX ALVAREZ: No, este...
GUSTAVO ROSARIO: Este… la cocaína...

En su oportunidad, Rosario Torres tildó de falsas las grabaciones y dijo que se defendería. Entre sus declaraciones públicas hizo revelaciones que dibujaron algo muy oscuro al interior de la administración granierista. Por ejemplo, que a él le depositaban el “bono de fatiga” en una cuenta bancaria y en dólares.

El asunto, como suele suceder en estos casos, nunca se clarificó. Y sin embargo, ahí está Gustavo Rosario al lado del gobernador Andrés Granier, en eventos oficiales, dándole asesoría gratuita quién sabe en qué materia.

Acudir a este personaje, que pertenece a lo más siniestro de la política estatal, sólo se entiende por la desesperación del gobernador y el PRI por retener el poder a costa de lo que sea. De ese tamaño deben estar los problemas adentro del gobierno.

fernandovazquezr@gmail.com

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