lunes, 11 de junio de 2012

El deslinde

Por Fernando Vázquez Rosas

(Publicado en La Verdad del Sureste, el lunes 11 de junio de 2012)

Desde mucho antes que iniciaran las campañas estatales, en la oficina de Jesús Alí ya discutían la posibilidad de que el candidato se desmarcara del gobernador Andrés Granier.

Sabían lo que venía: el repudio creciente contra el mandatario podría transformarse en voto de castigo para el PRI; la factura del daño causado a la población a partir de tanta inundación, despidos, inseguridad, desalojos, desempleo, corrupción, “bonos de fatiga”, aumento de la pobreza y un largo etcétera terminaría por ser cobrada al abanderado oficial.

Datos del último estudio del Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE) sobre el desempeño del gobernador indicaban desde hace tiempo que más de 70 por ciento de los tabasqueños no le confiaría las llaves de su casa a Andrés Granier, lo que exhibía el rechazo amplio hacia el Ejecutivo emanado del PRI.

Así las cosas, en el cuartel de Ali resolvieron que hablar de continuidad era suicidio. Pero no podían promover el cambio porque había sido la bandera panista en el 2000 y del perredismo desde 2006. Tampoco tenían como opción la alternancia porque era la oferta opositora encabezada por Arturo Núñez.

Los estrategas de la campaña priista decidieron entonces imitar la idea de la nueva generación que promueve Enrique Peña Nieto y encontraron una salida para decir que son diferentes: ofrecer un Nuevo Tiempo que de manera tersa marcara la línea divisoria entre la gestión granierista y las promesas de Ali.

Había otra desventaja que, según los estrategas, podía convertirse en una ventaja. Y es que Jesús Ali no había sido propuesta del gobernador; es más, Granier había operado en su contra, lo cual le daba margen de acción y elementos para el deslinde.

La primera declaración llegó una semana antes del inicio formal de las campañas cuando Ali afirmó que, de ganar la gubernatura, no viviría en la Quinta Grijalva porque eso representaría una barrera con el pueblo, además de que trabajaría con austeridad. La alusión era clara frente a los privilegios que se acusan de Granier.

Días después, ya iniciadas las campañas, el candidato del PRI acudió a Telereportaje y ante una pregunta relativa a la gestión del actual mandatario fue directo: “Yo soy Jesús Ali y hablo por mí”, lo cual fue un dardo directo hasta Palacio de Gobierno: Andrés Granier deberá responder por lo suyo.

En la primera semana de junio, en un evento con el sindicato de trabajadores del gobierno, Ali marcó una nueva distancia con el Ejecutivo estatal al plantear que sería un aliado de los burócratas, a quienes prometió que no habría despidos porque “nunca estuve de acuerdo con la reingeniería”.

También ofreció un hospital de alta especialidad del ISSET “porque no queremos que los trabajadores o su familia acudan al médico y no existan medicamentos, eso se tiene que terminar”.

Dos de los reclamos más severos hacia el gobernador han sido justamente el despido de miles de burócratas en mayo de 2010 a causa de la reingeniería administrativa y la crisis que vive el ISSET donde ni los medicamentos se entregan ya a quienes laboran en la administración estatal, pese a que se les sigue descontando la cuota respectiva. Jesús Ali dio un dulce a los trabajadores, aunque fuese una crítica implícita hacia Granier.

El mismo día del encuentro con burócratas el abanderado priista soltó en la radio otra afrenta contra el mandatario estatal: “No fui el candidato del gobernador sino del PRI, del pueblo… soy el candidato de la gente, que lo escuche todo mundo”.

La estrategia del deslinde está en marcha. Es inevitable recordar, sin embargo, la táctica del viejo PRI repetida una y otra vez durante décadas para simular un cambio que permitiera dejar las cosas igual: El pasado inmediato había que sepultarlo, ofrecer ánimos renovados y hasta mandar a la cárcel a uno que otro funcionario, si era necesario, a condición de recuperar legitimidad y mantener los intereses creados.

En los años setenta lo hizo Luis Echeverría, quien ofreció ir “arriba y adelante” y se deslindó de Gustavo Díaz Ordaz, quien le había heredado la matanza de estudiantes en Tlatelolco. En los ochenta Miguel de la Madrid promovió la “renovación moral” para hacer contraste con la crisis económica que le dejó la corrupción de José López Portillo.

Apenas iniciada su gestión, Carlos Salinas marcó distancia de su antecesor al mandar a prisión al líder petrolero Joaquín Hernández Galicia “La Quina” y un sexenio después Ernesto Zedillo hizo lo propio al meter a la cárcel a Raúl Salinas. La fórmula hubiese seguido de no ser porque en el año 2000 los mexicanos dijeron basta y abrieron paso a la alternancia.

En Tabasco la oposición ha cuestionado el deslinde de Jesús Ali al señalar, por ejemplo, que como diputado local aprobó las cuentas públicas de Granier e incluso medidas como la deuda de 4 mil millones que comprometió el futuro financiero de la entidad. Y que como alcalde de Centro sólo tuvo elogios para el Ejecutivo. Vaya, que nada dijo del daño ocasionado a la gente durante el sexenio y ahora que es candidato se desmarca sólo porque necesita votos.

De cualquier modo, la operación priista no se ha detenido y en un spot Jesús Ali contradice abiertamente el discurso de transformación que ha emitido el gobernador Andrés Granier. “En los últimos años Tabasco no ha tenido lo que merece. Esto ya no puede continuar. Llegó el momento de cambiar las cosas, de decirle sí al progreso, sí al empleo, sí a la seguridad, sí a la educación, sí al campo, sí al desarrollo, sí a Tabasco. Empieza un nuevo tiempo para Tabasco”, dice Ali en la pieza que ha sido difundida ampliamente por radio y televisión.

Visto a la inversa, el mensaje de ese spot deja ver que en el viejo tiempo que representarían Granier y otros mandatarios emanados del PRI como Manuel Andrade, Enrique Priego y Roberto Madrazo, se le habría dicho no al progreso, no al empleo, no a la seguridad, no a la educación, no al campo y no al desarrollo.

Es el nuevo tiempo del PRI con Jesús Ali en contra del viejo tiempo priista de Granier, Andrade, Priego, Madrazo… Y más atrás: de Manuel Gurría, Salvador Neme, José María Peralta, Enrique González Pedrero, Leandro Rovirosa, Mario Trujillo... Como no hay límites en el slogan del nuevo tiempo, el viejo tiempo puede abarcar todos los gobiernos del PRI, que nunca ha dejado de gobernar Tabasco.

—¿Un “nuevo tiempo” significa borrón y cuenta nueva, romper con el pasado? —le preguntó recientemente el periodista Ariel Lemarroy a Jesús Ali.

—Significa que haya vientos positivos, entusiasmo —contestó el candidato priista.

—¿Significa una ruptura? —insistió el reconocido escritor en una entrevista publicada en Tabasco Hoy el martes 5 de junio.

—No, no es una ruptura en términos de nuestra herencia histórica. Pero sí es una ruptura con el rencor, con la envidia, con la vanidad, con la corrupción, con quienes se emborrachan de poder y con quienes exclusivamente se andan peleando.

Vale la pena reescribir el párrafo de la respuesta de Jesús Ali: “No es una ruptura en términos de nuestra herencia histórica. Pero sí es una ruptura con el rencor, con la envidia, con la vanidad, con la corrupción, con quienes se emborrachan de poder y con quienes exclusivamente se andan peleando”.

El deslinde sólo parece ser, pues, conceptual.

fernandovazquezr@gmail.com
@fer_vazquezr
“Es tiempo de hablar” (Martes, 9pm, Canal 10 Cablecom)


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