lunes, 5 de marzo de 2012

Sobre Miguel Ángel Granados Chapa

El viernes 11 de noviembre de 2011, en el marco de la Feria Universitaria del Libro (FUL 2011), fui invitado junto con los periodistas Kristian Cerino, Víctor Sámano y Víctor Ulín a una mesa redonda sobre Miguel Ángel Granados Chapa, fallecido el 16 de octubre de 2011. Este es en esencia el texto que leí aquella noche en la explanada de la Rectoría de la UJAT.

Por Fernando Vázquez Rosas

(Publicado en La Verdad del Sureste, el lunes 5 de marzo de 2012)

En 2008, el semanario Proceso propuso al Senado de la República que la Medalla Belisario Domínguez —creada en memoria de este político mexicano que dio la vida luchando contra el poder— se entregara al periodista Miguel Ángel Granados Chapa. La carta que Proceso envió al Senado iniciaba con estas palabras: “Desde hace más de cuatro décadas, la palabra escrita de Miguel Ángel Granados Chapa contribuye a poner a México frente a su realidad, por dura y dramática que ésta sea”.

El Senado, por supuesto, le entregó la medalla al periodista, quien en ese entonces recibió otros múltiples reconocimientos porque, enfermo ya de cáncer, todo mundo pensaba que se iba a morir, aunque todavía estuvo un par de años más al frente de su “Plaza Pública”.

¿Qué comentar sobre Miguel Ángel Granados Chapa si ya se han dicho tantas cosas? Pienso que hay que decirlo siempre todo, aunque se repita, porque su vida y su ejercicio periodístico deben estar siempre presentes como ejemplo del deber ser. Hay algunos aspectos, sin embargo, que me gustaría destacar sobre Granados Chapa:

ERA VALIENTE Y ENTREGADO.- En 1964, cuando tenía 23 años, Granados Chapa escribió para el semanario Crucero un reportaje sobre grupos ultraderechistas que alentaban en el país ideas nazi-fascistas. El periodista llegó tan a fondo que documentó incluso cómo los integrantes de esos círculos hacían juramentos en ceremonias secretas con dagas, crucifijos y calaveras. Desde luego, la exhibición no gustó a los fetichistas, quienes un día secuestraron a Miguel Ángel, le dieron una golpiza y lo dejaron abandonado en un lugar alejado del centro de la Ciudad de México, donde vivía. Maltrecho, Granados caminó hasta encontrar un teléfono para hablarle a Manuel Buendía, director del semanario. Pero antes de pedirle auxilio, lo primero que le dijo fue: “Jefe, ya le tengo la nota”.

ERA HONESTO.- El analista Francisco José Paoli Bolio y Miguel Ángel Granados Chapa fueron amigos desde jóvenes. La complicidad que da el pensamiento compartido y los anhelos similares terminó en cercanía familiar, porque ambos se convirtieron en compadres. Entre las vueltas que da la vida, Paoli llegó a ser Diputado Federal por el PAN. La convivencia entre los compadres siguió, intensa. Pero cuando a la hora de comer Paoli Bolio quería pagar la cuenta, Granados Chapa se resistía hasta las últimas consecuencias. El propio Paoli ha contado que lo más que logró fue que se dividieran el pago. Eran compadres, pero uno era político y el otro periodista.

ERA ESMERADO EN EL LENGUAJE.- Miguel Ángel Granados Chapa tenía claro que el periodista debe decir las cosas, pero además debe decirlas bien. Y si se puede, con elegancia. Por eso en sus textos periodísticos había profundidad y también exquisitez en la escritura. Se admiraba el fondo, pero también se apreciaba la forma. El 30 de noviembre de 2000 escribió su “Plaza Pública” sobre el fin del PRI en la Presidencia de la República. Aquella columna la tituló “Adiós, adiós, adiós”. Entre los párrafos, escribió: “El Ejecutivo que hoy cumple su día final deja un legado negativo, expresado en el incremento de la desigualdad, la gran fractura de la nación: nunca tantos tuvieron tan poco, nunca tan pocos tuvieron tanto”. También expuso: “En la retórica del PRI se asegura que su principal aportación al desarrollo mexicano fue la instauración de la paz social. Es documentable lo contrario. Se trató de la paz de los sepulcros”. Líneas adelante comentó: “El poder que mata es el que estamos dejando atrás, al que decimos adiós”. Y concluyó su texto de ese día: “Por eso le decimos adiós con sequedad. Por eso decimos adiós al PRI con regocijo”. No sé ustedes, pero su prosa se disfrutaba mucho.

ERA DISCIPLINADO.- Siempre me pregunté si Granados Chapa contaba con un numeroso equipo que lo ayudaba a investigar, a ordenar documentos, a buscar datos, a construir líneas argumentativas. Granados escribía diario en Reforma, hacía radio, daba conferencias, publicaba en Proceso y abordaba muy variados temas. Ahora que ha muerto y sus cercanos lo han recordado, he sabido que tenía dos o tres personas que lo ayudaban, sí, pero en actos más bien administrativos. Lo periodístico era responsabilidad suya. Y esto sólo era posible por la disciplina y el empeño que tuvo desde siempre. Era un hombre inteligente, pero la inteligencia sin disciplina y sin trabajo es inútil.

ERA HUMILDE.- Granados Chapa ya había sido subdirector en el Excélsior de Julio Scherer, había sido fundador de Proceso, había sido jefe de noticias en Canal Once. Y un día, siguiendo sus instintos de libertad, se vio en la calle. Fue entonces que, el 13 de julio de 1977, nació su columna “Plaza Pública”, que escribió hasta dos días antes de morir, y que se volvió imprescindible en el escenario nacional. “Plaza Pública” terminó publicándose en Reforma, pero en sus inicios salía en Cine Mundial, de poca circulación y dedicado a los espectáculos. La lección es que no hay periódico pequeño si el periodismo que se hace es de calidad. Sobre la humildad hay otra historia que presencié. En 2005 Granados Chapa llegó tarde a un evento de Andrés Manuel López Obrador en el Teatro Metropolitan de la Ciudad de México. Algunos de los organizadores lo vieron formado y fueron presurosos a ofrecerle acceso por una puerta de invitados especiales. Granados se negó. Dijo: “Es mi responsabilidad, yo llegué tarde, cumpliré con la fila igual que todos”.

ESTABA INFORMADO HASTA LO IMPENSABLE.- ¿Alguien sabe algo de los padres de Carlos Monsiváis? Granados Chapa sí sabía y lo escribió el 22 de junio de 2010, cuando se refirió a la muerte del escritor. En su “Plaza Pública”, expuso: “(Monsiváis) nació en las márgenes de la sociedad. La religión familiar, una confesión cristiana no católica, lo apartaba de la mayoría de los niños con los que convivía en la calle y en la escuela. Era, asimismo, un hijo sin padre. Durante muchos años Carlos Monsiváis usó únicamente el apellido de su madre, doña Ester, una figura central en la construcción de la personalidad de su hijo. Ya adulto aceptó reconocer la presencia paterna, usando como segundo apellido el que se le negó civilmente. Fue hijo del doctor Salvador Aceves, un eminente médico, subsecretario de Salubridad, presidente o animador de varias academias de su profesión”. Todo esto para darle contexto a la vida que fue del gran Monsiváis. Yo, confieso, ni idea tenía de quiénes habían sido los padres del cronista.

ERA SOLIDARIO.- El periodista Humberto Mussachio contó que allá por 1984, mientras estaba el proceso de fundación de La Jornada, la situación económica era difícil para muchos. La cosa estaba tan mal que Mussachio le pidió dinero prestado a Granados Chapa para comprarse unos zapatos. Pese a tener un sueldo escaso, Granados no sólo le dio el dinero sino lo acompañó a la zapatería. Ya ahí, en la tienda, Miguel Ángel decidió comprarse también calzado. Eligió el modelo de zapatos, se los probó y se los dejó puestos. La chica que lo atendía le preguntó qué hacía con los zapatos viejos. Granados le respondió que los echara a la basura porque ya tenían hoyos. Mussachio ha recordado esa anécdota con emoción: “¡Granados Chapa ya era un gran periodista en México, y andaba con los zapatos rotos!”

ERA DEFENSOR DE CAUSAS JUSTAS.- Miguel Ángel Granados Chapa se definía claramente como un hombre de izquierda. Él mismo contó en el libro Por la izquierda, de Silvia Cherem (Khalida Editores), que decidió serlo desde que en los años cincuenta hubo una huelga de trabajadores textileros en Hidalgo y le tocó presenciar que un párroco dedicó toda su homilía a denostar a los huelguistas, a quienes llamó ingratos que no valoraban a los empresarios que le daban el trabajo. Sobre ese suceso, Granados Chapa definió: “Se me quedó en la conciencia que el padrecito no seguía el mandato cristiano de justicia y fijé postura: ‘buscar la equidad para quienes menos tienen’”. Y eso hizo. Siempre acusó el abuso de poder y se alió con los más desfavorecidos. Esto explica su cercanía con Andrés Manuel López Obrador y que aceptara en una ocasión ser candidato del PRD al gobierno de Hidalgo.

Sobre Miguel Ángel Granados Chapa se pueden decir muchas cosas. Pero concluyo exponiendo que su lucidez era fundamental en este México que parece cada vez más apagado. No basta saber, sino también entender. Y eso procuraba siempre su análisis. México y el mundo están cambiando. El país está colapsando por la violencia y lo siniestro asoma a diario. En el mundo los indignados han salido a las calles y las economías se derrumban. Esta realidad hay que entenderla y contarla. Pero como lo hacía Granados Chapa: con inteligencia, con firmeza, con vocación, con honestidad, con trabajo y siempre con sensibilidad humana y social.

fernandovazquezr@gmail.com
@fer_vazquezr

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