lunes, 19 de diciembre de 2011

PRI: sin candidato y sin líder

Por Fernando Vázquez Rosas

(Publicado en La Verdad del Sureste, el lunes 19 de diciembre de 2011)

Ya casi concluyó diciembre y el PRI ni para adelante ni para atrás en la selección de su candidato a la gubernatura. Por el contrario, el ambiente en torno del tricolor se ha ido enrareciendo cada vez más hasta llegar incluso a la violencia.

Lo evidente es que nadie cede. Luis Felipe Graham reafirmó que va por la gubernatura y renunció a la Secretaría de Salud con ese propósito. “No hay marcha atrás, la decisión ya la tomé”, expuso.

Jesús Ali sostuvo que sigue firme en su aspiración y durante su pasado Informe de Labores demostró que aún cuando no lo haya acompañado el gobernador Andrés Granier —como sí lo ha hecho con alcaldes perredistas— cuenta con la fuerza del gremio petrolero encabezado por Carlos Romero Deschamps.

Humberto Mayan sigue también en lo mismo. Retrocedió unas céntimas al admitir que sólo puede ser candidato de una coalición, pero ahora insiste en que en el tricolor nadie le ha dicho que sea inelegible por no cumplir los estatutos.

Evaristo Hernández Cruz igual sigue la ruta de la candidatura del PRI y ha anunciado que nada lo detendrá, ni siquiera los proyectiles que según su propia versión trataron de terminar con su vida en la madrugada de hace unos días.

En este caso hay que ser claros: atentado o autoatentado, el hecho es que las balas que atravesaron el parabrisas de la camioneta del ex alcalde no fueron de salva y eso significa que la violencia ha llegado a las puertas del tricolor.

Frente a este hecho es imposible no recordar 1994, cuando fueron asesinados Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu. Y aunque el aspirante presidencial Enrique Peña Nieto quizá no lo sepa, el escritor Carlos Fuentes definió 1994 como “el año en que vivimos en peligro”.

Pero igual que Graham, Ali, Mayans y Evaristo, los otros aspirantes tricolores a la gubernatura tampoco ceden. Ni Georgina Trujillo, ni Jaime Mier, ni Florizel Medina, ni Nicolás Bellizia y vaya, ni Cuco Rovirosa ni Candita Gil ni algún otro cuyo nombre escapa a la memoria, han dicho que ya no van.

De todos, el que menos posibilidades tiene es Humberto Mayans simplemente porque no reúne el requisito de tener siete años de militancia una vez que fue reafiliado. Tan sólo por ese detalle el ex Secretario de Gobierno ni siquiera podría inscribirse como precandidato, a menos que el PRI quiera un nuevo revés en los tribunales como el penoso caso de su dirigente estatal Miguel Alberto Romero.

Pero, ¿por qué en el PRI hay tantos aspirantes desatados que piensan que pueden llegar a ser el candidato a la gubernatura aun cuando algunos claramente no tienen posibilidades reales? La respuesta es sencilla: porque en el tricolor no hay un líder que conduzca la sucesión.

El gobernador Andrés Granier está disminuido en el ánimo colectivo a causa de su administración fallida, lo cual sólo puede restar puntos electorales al PRI. A esto se suman sus señales encontradas en torno de su posible sucesor que han alentado el conflicto interno en el tricolor. Por eso Granier no es el líder. Y por eso, de hecho, los propios militantes del PRI cada vez más evitan llamarlo “el primer priista del estado”.

El dirigente Miguel Alberto Romero tampoco es líder. Llegó a la presidencia del PRI con el respaldo del gobernador, pero la debilidad política del mandatario le ha restado autoridad. La novatez de Romero, además, no le ha permitido hacer cimientos sólidos en el entramado priista. Y para colmo, la pifia legal que lo sacó de la dirigencia un tiempo por orden de los tribunales federales terminó por sembrar en definitiva la duda sobre su eficacia. Miguel Alberto Romero, pues, no es el líder.

El delegado regional priista, Eugenio Hernández Flores, mucho menos es el líder. Lo más destacable es que logró reunir una sola vez a todos los aspirantes a la gubernatura. Pero más tardaron en tomarse la foto que en volver al “fuego amigo”. Su intervención ha sido mínima. Y ni siquiera puede presumir de un bajo perfil efectivo porque, si así fuera, tampoco se nota. Eugenio Hernández no es el líder.

Con sus exabruptos, el delegado estatal Adrián Alanís tampoco era el líder. De hecho llegó a ser más factor de división que de unidad, al grado que varios aspirantes exigían su relevo. Ahora se ha ido y en su lugar llegó el ex gobernador campechano José Antonio González Curi, quien tampoco puede ser el líder porque apenas comenzará a conocer la situación real de la sucesión tabasqueña. Eso, si no se va de vacaciones por navidad y decide retomar el caso hasta enero.

Huérfanos de líder en la entidad, es natural que los priistas busquen mando a nivel nacional. Pero Humberto Moreira, quien había venido al estado muy envalentonado, tuvo que salir por la puerta trasera de la dirigencia priísta en medio del escándalo por el sobreendeudamiento ilegal en Coahuila. Y el nuevo dirigente nacional, Pedro Joaquín Coldwell, ni se ha aparecido por la entidad.

Queda Enrique Peña Nieto. Sin embargo, el aspirante presidencial está en estos momentos para que sumen a su causa, no para resolver problemas internos de priistas como los de Tabasco, que dicho sea de paso es una entidad que no significa muchos votos para la elección presidencial.

Es simple: Peña Nieto no asumirá el liderazgo priista en la entidad porque su preocupación es la Presidencia de la República, no la gubernatura de Tabasco. Y además, claro, ahorita quizá está muy ocupado leyendo síntesis de libros, aprendiéndose autores, enterándose sobre el salario mínimo y tratando de conocer los precios de productos básicos como la tortilla.

Vaya, en el PRI de Tabasco están sin candidato y sin líder.

POR CIERTO… Unos días antes del 18 de octubre de 2009, cuando se llevaron a cabo elecciones locales, un grupo de reporteros sorprendió al entonces delegado en Tabasco del PRI nacional, Adrián Alanis Quiñones, saliendo de Palacio de Gobierno por la puerta que da a la calle Independencia. Fue aquella ocasión en que, con palabras burdas, el priista estimó que el tricolor aventajaba a la oposición en 14 ayuntamientos. “Sin presunciones ni nada, pero en 14 municipios papi está arriba de mami”, expuso el delegado, fiel a su estilo. A su salida de la sede del Poder Ejecutivo Alanis llevaba un maletín negro abultado que, al notar la presencia de los comunicadores, aventó de inmediato hacia el interior de la Suburban que lo esperaba. Evidentemente el priista no quiso decir qué llevaba el maletín. “Papeles, papeles”, esquivó.

fernandovazquezr@gmail.com

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