domingo, 5 de junio de 2011

Fuegos artificiales

Por Fernando Vázquez Rosas

(Publicado en La Verdad del Sureste, el lunes 2 de mayo de 2011)

Cercanas las seis de la mañana del martes 26 de abril, el crucero Zuiderdam arribó a Tabasco, justo al puerto de Dos Bocas, en Paraíso. Según las crónicas periodísticas, a bordo llegaron mil 916 turistas, en su mayoría originarios de Canadá y Estados Unidos.

Como suele suceder en estos casos, el boletín del Gobierno de Tabasco se esmeró en transmitir emoción oficial: “En punto de las seis de la mañana hizo amarres el Zuiderdam en el atracadero comercial del puerto de Dos Bocas, en medio del bullicio de tamborileros y de tabasqueños ataviados con trajes regionales. Era una vez más este gigante del turismo internacional”.

El mismo boletín informó que con la llegada del Zuiderdam a Dos Bocas “se abrió una amplia gama de oportunidades para afianzar la actividad turística en tierras tabasqueñas”.

La comunicación oficial no precisó, sin embargo, cuál fue esa “gama de oportunidades” que se abrió ni las bondades reales de la llegada del crucero. Y no lo precisó porque no existen, puesto que antes ya se registraron experiencias similares sin resultados comprobables.

El primer crucero que llegó a Tabasco fue el World, durante la primavera del 2009, mientras que el Zuiderdam lo hizo por segunda ocasión el pasado martes 26 de abril. Pero el turismo en Tabasco no repuntó ni existen registros que indiquen una mejoría en la economía por estas acciones.

Hay que decir, sin embargo, que el comunicado referente a la llegada del Zuiderdam sí exhibió la baja expectativa que siempre hubo sobre este crucero.

Y es que la secretaria Yolanda Osuna estimó que cada uno de los turistas del Zuiderdam dejaría una derrama económica de 75 a 90 dólares. Bueno, supongamos que el dólar se cotizó en 12 pesos, que todos los pasajeros bajaron a tierra y que cada turista gastó el máximo de 90 dólares.

El resultado es que la “gran” derrama económica que significó el crucero para Tabasco fue de apenas ¡2 millones de pesos! Y a eso habría que descontar todo lo que se invirtió en los preparativos para recibir a los turistas. Es difícil que rindan cuentas, pero es casi seguro que el gasto fue más que la ganancia.

Ah, eso sí, el gobernador Andrés Granier y la secretaria Yolanda Osuna seguro presumirán cada que puedan que Tabasco ya es un destino internacional, aunque en términos reales eso no signifique mucho para el desarrollo de la entidad.

Datos del INEGI indican que la mayoría del turismo que llega a Tabasco no es internacional sino nacional. Y que el sector va a la baja. Basta poner de ejemplo que en 2006 se registraron 447 mil 842 visitantes de museos y zonas arqueológicas del estado, de los cuales 422 mil 375 eran nacionales y sólo 25 mil 467 extranjeros.

Tres años después, en 2009, ya en la administración de Granier, el número de visitantes a museos y zonas arqueológicas descendió a 395 mil 412, de los cuales 370 mil 914 eran mexicanos y sólo 24 mil 498 no lo eran. El turismo cayó pero la mayoría de visitantes siguió siendo nacional.

Claro que hay que atraer visitantes de otros países, pero estas cifras exhiben que el esfuerzo gubernamental debiera concentrarse sobre todo en cuidar al turismo nacional, que es mayoritario. Sin embargo, la administración de Granier sigue aferrada en atraer cruceros para presumir un turismo internacional que resulta fugaz.

Y mientras los pasajeros de esas grandes embarcaciones vienen unas horas y se van, en Tabasco va a la baja la ocupación hotelera que, esa sí, representa una mayor derrama económica porque supone la estancia y consumos ineludibles en suelo estatal.

Vaya, alguien que pernocta en algún punto del estado al menos tiene que cenar y desayunar para seguir sus actividades, así como usar transporte y, por qué no, llevarse algún recuerdito.

No obstante, a inicios de año el presidente de la Asociación Mexicana de Hoteles y Moteles, Sección Tabasco, Omar Medina Espinoza, declaró que la ocupación hotelera en 2010 cerró en 53 por ciento, cifra similar a la de 2009, lo cual habla de un estancamiento en el sector.

Pero esto es en el mejor de los casos, porque al mes de marzo de 2011 el Datatur —sistema estadístico de la Secretaría de Turismo federal— reportó una caída en el sector turístico tabasqueño. Según estas cifras oficiales, en las primeras nueve semanas de 2009 la ocupación hotelera fue de 49 por ciento, pero en el mismo periodo de 2010 la cifra bajó a 47.5 por ciento y para las mismas fechas de este 2011 cayó a 46.3 por ciento.

Frente a todo esto hay que insistir en la historia reciente que habla de un grosero descuido de los mejores atractivos turísticos de la entidad, como el Parque Museo La Venta, donde han muerto incluso jaguares y hasta la cabeza Olmeca fue pintarrajeada por fanáticos religiosos que, instalada también la impunidad en Tabasco, no recibieron mayor castigo.

Iniciado ya el periodo de Feria 2011, igual es pertinente recordar que ni la llamada máxima fiesta ha recibido un nuevo aliento por parte de la Secretaría de Turismo, puesto que el ánimo empresarial para organizar un evento de mayor relevancia quedó encerrado en indefiniciones y francas negativas por parte del gobierno, que no hacen sino despertar la sospecha de que algún negocio no quieren soltar.

Todo esto indica que el cambio de titular en la Secretaría de Turismo el jueves 7 de enero de 2010, cuando sin ninguna explicación se anunció la dimisión de Paloma Rives y el nombramiento de Yolanda Osuna, fue simplemente cosmético porque las políticas siguen siendo las mismas.

De ahí que continúe el empecinamiento gubernamental en los cruceros, lo cual también se explica porque todo indica que al gobernador Andrés Granier y a su secretaria Yolanda Osuna les gusta lo grandilocuente, lo espectacular, aunque la política de turismo sea un fracaso.

Puro distractor de la realidad. Es como si lanzaran fuegos artificiales para intentar que la población desvíe la mirada hacia arriba, mientras el lodo abajo sube cada vez más.

fernandovazquezr@gmail.com

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